martes, 9 de junio de 2009

Emperador entre algodones

Me gustó el Emperador que Javier Perianes ofreció el 19 de julio de 2006 en la plaza de toros de Marbella (allí no se escuchó nada, pero luego hubo retransmisión televisiva de Canal Sur). Genialmente dirigido por Daniel Barenboim, quien para la ocasión se puso al frente de una más bien discreta Orquesta Joven de Andalucía, el aún joven pianista onubense ofreció una lectura intensa, viril, muy musical y de una pieza del admirable concierto beethoveniano.

El pasado viernes 5 de junio –han pasado casi tres años- he vuelto a escucharle la obra. Ahora Javier ofrece una versión de pulsación más nítida, fraseo más flexible, mayor belleza sonora y, sobre todo, mayor creatividad. Pero a mí, dicho sea con el mayor de los respetos a un pianista que me parece extraordinario, me ha gustado mucho menos. O mejor: no me ha gustado. Como tampoco me ha interesado la dirección de un Pedro Halffter en perfecta sintonía con el solista.

¿Por qué? Pues porque ambos apostaron por un Beethoven excesivamente apolíneo y amable, por completo ajeno a las tensiones y a los claroscuros que muchos consideramos indispensables en su música. Halffter ofreció una dirección elegantísima, siempre atenta al equilibrio de planos sonoros, de fraseo muy cantable, pero falta de garra, incisividad y sentido dramático.

Perianes tocó con un virtuosismo incontestable, hizo gala de una sonoridad realmente mágica y ofreció belleza sonora a raudales, pero la verdadera emoción apareció por ningún lado. Habida cuenta de lo poco que me gustan semejantes planteamientos (enlace), comprenderá el lector que me pareciera más que discutible el dulcísimo, delicadísimo y ensoñadísimo adagio que ofrecieron los dos artistas.

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Al día siguiente volví a escuchar el DVD del concierto de Marbella: no hay color. Insisto en que Perianes me parece un pianista de primera, superior a varios nombres del mundillo discográfico mucho más famosos. En este mismo blog (enlace) hay testimonios de mi plena confianza en el artista: decir que su Schubert es superior al de un Barenboim o un Zimerman (enlace) no me parece ninguna exageración. Pero también creo que, como le ocurre a su amigo Lang Lang, a veces le pierde el afán por el mero exhibicionismo sonoro. El tiempo dirá en qué sentido evoluciona su arte.

Sí me gustó la Séptima Beethoven de la segunda parte del programa. Personalmente prefiero enfoques más oscuros y aristados de la partitura, pero ello no me impide reconocer que Pedro Haffter trazó una -ahora sí- intensa, cálida y emocionante lectura dentro de una línea más bien luminosa, feliz, aérea y equilibrada.

El director madrileño procuró aligerar texturas, atender a la claridad y evitar excesos. Su allegretto (que fue eso, allegretto, lo que quiere decir que sonó algo más rápido de lo que es costumbre) resultó mucho antes apolíneo que lleno de pathos; ofreció algunas novedades en el fraseo que no dejaban de tener interés. Más discutible me pareció la liviana manera de tratar el trío del scherzo, que resultó así un tanto frívolo. El cuarto movimiento estuvo planteado con auténtico frenesí, aunque más por la vía de la rapidez que por la de la acumulación de tensiones. El final fue electrizante.

Mención aparte merece la Sinfónica de Sevilla. La llevo escuchando regularmente desde su fundación y no dudo en que este es el mejor momento de su trayectoria. Gran parte del mérito lo debe de tener Halffter, sin duda, aunque no sólo él. Se han ido recientemente algunos músicos excelentes, pero con alguna que otra marcha hemos salido ganando. Y los nombres nuevos parecen contribuir a la excelencia de los resultados. En este concierto la ROSS estuvo maravillosa en todo momento.

Ah, para abrir el programa Halffter dirigió, estupendamente, la obertura de La muerte de Tasso, del sevillano Manuel García: una página sin la menor inspiración melódica pero interesantísima como testimonio histórico de un momento, 1824, verdaderamente clave en la evolución de la música. ¿O son imaginaciones mías que, junto la palmaria influencia rossiniana en la introducción, se reconocen paralelismos con Schubert?


PS. Hay crítica del concierto (de la función del día anterior, la del jueves) en el blog de Pablo Vayón (enlace).

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