jueves, 28 de enero de 2010

Romeo y Julieta de Gounod en Salzburgo: dos descubrimientos

En julio de 2008 se presentaba en el Festival de Salzburgo una nueva producción de Romeo y Julieta que pretendía repetir el éxito comercial de la célebre Traviata de 2005 -bastante sobrevalorada a mi modo de ver, dicho sea de paso- volviendo a presentar la pareja formada por Ana Netrebko y Rolando Villazón. Para decepción de quienes pensaban forrarse con el merchandising, la soprano rusa tuvo que cancelar la actuaciones por su embarazo. Aun así el éxito artístico fue monumental, merced en gran medida a dos descubrimientos.

El primero fue el de Nino Machaizde, que dio aquí el espaldarazo a una carrera internacional que ahora mismo continúa en Valencia con las funciones de Lucia di Lammermoor. Nacida en 1983, la cantante georgiana cuenta con una preciosa voz de lírico-ligera, unas aceptables dotes de actriz y un físico realmente impresionante: no se ve aquí si tiene un muslamen pata negra como el de su colega Netrebko, pero su rostro es más bello y fascinante aún.

Lo importante no es eso, claro, sino que canta bastante bien, con un legato muy hermoso y un fraseo sensual, resolviendo de manera más que plausible las agilidades y, aun siendo preferible un instrumento con más peso en el grave, sale airosa de la terrible aria de la poción. En el momento de escribir estas líneas no sé cómo le ha salido la Lucia valenciana, pero a tenor de lo escuchado en este DVD a la chica cabe augurarle una estupenda carrera.





El otro descubrimiento, de mayor calibre aún, es el director canadiense Yannick Nézet-Séguin (Montreal, 1975), que parece creer a pies juntillas que la más bien pastelosa e irregular partitura de Gounod es una obra maestra, recreándola con una sinceridad, una fuerza y una teatralidad pasmosas, sin menoscabo de la belleza sonora y de ese punto de indefinible elegancia que debe poseer el repertorio francés. Los resultados, a los que contribuye la excelencia de la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo y del Coro de la Ópera de Viena, son abiertamente geniales. Basta escuchar el preludio del acto segundo, o el coro del tercero, para calificarle de director de primerísima fila.

Por mi parte, he escuchado una gran cantidad de grabaciones radiofónicas de este chico y tengo claro que se trata del mejor de los directores jóvenes de la actualidad, por encima de los Dudamel, Petrenko e incluso Jurowski; su Bruckner es particularmente excepcional, a la altura de un Barenboim. Las orquestas se han dado cuenta de su talento y pronto debutará con la Filarmónica de Viena, mientras que la publicidad del festival salzburgués ya le presenta como una de las figuras estelares del próximo verano.

Volviendo al DVD que nos ocupa, Villazón se supera a sí mismo con respecto a la grabación realizada en Oviedo por RTVE (enlace). No solo la técnica resulta ahora mucho más depurada, sino que sabe administrar mejor el ardor que le caracteriza para definir correctamente la evolución de su personaje. Por descontado, su labor irritará a los puristas de la técnica vocal de tiempos pasados y a los guardianes de la presunta línea canora francesa. A mí, que no soy incondicional del artista (enlace), me ha gustado mucho, porque el mexicano canta con calidez, arrojo y sinceridad. Aun así, no voy a dejar de reprocharle su tendencia a cantar en mezzoforte, o de señalar que en el dúo del cuarto acto me parece algo destemplado y fuera de lugar. Como actor lo encuentro espléndido.

Hay mucho más en este Roméo et Juliette. Con la excepción de un meramente correcto Tybalt de Juan Francisco Gatell, todos los secundarios alcanzan un espléndido nivel: Mikhail Petrenko como Fray Lorenzo, Russel Braun como Mercutio, Susanne Resmar como Gertrude y la notable Cora Burggraaf como Stéphano. Gran sorpresa encontrarse al wagneriano Falk Struckmann como Capuleto; lo hace estupendamente, por cierto.

La producción, que traslada la acción al siglo XVIII sin por ello aportar o restar nada en particular, es obra de Bartlett Sher. La renuncia a la escenografía para dejar visibles las arcadas del célebre auditorio salzburgués resta vistosidad a la propuesta, que además se encuentra pobremente iluminada. Por fortuna la dirección de actores es buena, las situaciones están bien resueltas y no hay salidas de tono. Funciona bien.

En resumidas cuentas, y a mi modo de ver, una función notable en los escénico y sencillamente fabulosa en lo musical. El doble DVD, que por cierto suena y se ve maravillosamente (imagen en HD y sonido surround auténtico) se lo recomiendo a todo el mundo salvo a los que no soportan a Villazón. Si tuviera mucho dinero, y no es precisamente el caso, no dudaría en ir a Salzburgo este verano: se repone la producción con Nézet-Séguin y parecido elenco, con Beczala como Romeo y Machaizde y la Netrebko alternándose como Julieta.

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