miércoles, 2 de noviembre de 2011

Óscar Martín y el psicópata

Parece ser que esto de escribir sobre interpretación musical en la red implica de vez en cuando recibir acoso por parte de gente a la que le falta un tornillo. La primera vez que me ocurrió fue hace años, a raíz de una crítica sobre el disco Aromas de Sefarad que pueden ustedes leer en el siguiente enlace. Los primeros emails que empezó a recibir la dirección de la revista no eran excesivamente agresivos. Contesté con la mayor educación que pude haciendo ver que había sido con el compacto mucho más moderado de lo que la grabación se merecía.

Fue peor, claro. Primero empezaron llover emails pidiendo la eliminación del artículo de presuntos especialistas, de la universidad de no sé dónde y tal; incluso participó en el asunto el crítico Pedro Elías/Pierre Élie Mamou, que no por casualidad es habitual colaborador del boletín de la distribuidora del disco, Diverdi. Luego llegaron los insultos personales, de una agresividad que ustedes no pueden imaginar. ¿Quién estaba detrás de todo esto? Solo les diré que un año o así después, el director de la revista recibió un email del grupo en cuestión, el Trío Sefarad, diciendo que como ya había pasado el tiempo, que eliminara por favor el artículo. Más claro, agua. Les dejo este clip para que valoren por ustedes mismos la calidad artística del referido grupo.



La segunda vez en mi aún breve carrera de crítico fue ya en este blog, cuando escribí acerca del Sweeney Todd que vi en Madrid. Pueden leer el texto en este enlace. De nuevo insultos personales a mogollón, que obviamente no publiqué. Me llegaron durante semanas, casi siempre viernes y sábados a muy altas horas de la madrugada. O borracho o drogado, eso casi seguro. Teniendo en cuenta que el espectáculo lo valoré muy positivamente y que solo puse mal al coro y a un cantante secundario, está claro quién se mosqueó.

La tercera está siendo en estos días. Todo empezó el pasado 21 de octubre en el post sobre un recital del pianista sevillano Óscar Martín que escuché en Sanlúcar de Barrameda. Lo pueden leer aquí, aunque si no les apetece verlo les puedo decir que la última frase era "Total, un pianista con enorme talento pero aún por madurar según qué autores". ¡Menos mal que la valoración global era positiva!

Ese día 21 empecé a recibir comentarios agresivos de alguien que no estaba de acuerdo con mis apreciaciones. En principio opté por publicar los comentarios y contestar educadamente. Pese a mis pacientes argumentos, el tipo siguió erre que erre usando dos nicks distintos (por el tono y la insistencia eran indiscutiblemente el mismo). Participó también un tal Ddt que era, supongo, otra persona diferente, desde luego más educada. Los comentarios y mis respuestas los pueden leer en el enlace de arriba. Bueno, no todos, porque hoy mismo he decidido eliminar la parte más agresiva a la vista de lo que ha pasado.



Y lo que ha pasado es que, lejos de desistir, el mismo individuo empieza a escribirme en otras entradas del blog, siempre bajo nombres distintos pero con idéntica personalidad agresiva y chulesca. Primero en una entrada sobre Perianes, luego en otra sobre Yuja Wang. Cuando le descubrí que sabía que se trataba de la misma persona de días atrás se envalentonó. Todos sus comentarios los he suprimido o enviado directamente a la papelera, con la esperanza de que se aburriera.

No ha sido así. Ayer estuvo enviándome mensajes desde las siete de la tarde hasta la una y media de la madrugada, diciendo que no pararía hasta que le publicase sus insultos hacia mi persona, que por cierto ya han llegado a la apariencia física y cosas por el estilo. Le he amenazado con denunciarle por acoso ante la guardia civil, pero él responde que no va a cejar en el empeño. Supongo que no hace falta aclarar que no publicar insultos personales no es censura, sino enviar la basura a donde corresponde. Decirle que si seguía insistiendo publicaría lo ocurrido en este blog no ha servido de nada, antes al contrario. De hecho, amenaza con… ¡escribir una carta a ABC diciendo que mi blog es machista -por lo escrito sobre Yuja Wang- y tiene censura! Rían, rían, porque la cosa no es para menos.

En fin, no sé si nos encontramos ante una mente pueril o ante un verdadero psicópata. Me hacen creer lo segundo su alarmante insistencia y la manera en que esta misma mañana me ha seguido bombardeando con mensajes del tipo “Vaya a la guardia civil. Porque si esto es acoso, lo suyo es CENSURA. Me hizo perder el tiempo, publique lo que escribí. Luis”.

¿Quién es el acosador? En un principio pensaba que era un amiguete del artista que también toca el piano, de esos que no soportan que lo que se escriba sobre sus ídolos no sean sino elogios incondicionales. Ya se sabe, la guardian pretoriana de turno. Ahora no sé qué pensar. Lo que está claro es que a partir de este momento me veo obligado a eliminar la posibilidad de escribir comentarios en mis entradas. Quien quiera localizarme, me tiene en Facebook para hablar de música educadamente, con argumentos y cara a cara.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No esta bien perderle el respeto a nadie pero claramente se ve que en sus criticas musicales no hay concenso con los musicos.Y la prueba esta en que ya le ha pasado bastantes veces y al parecer las que le quedan.En politica si me parece correcto lo que dice.

Anónimo dijo...

Me he tomado el trabajo de leer algunas de sus críticas y he comprobado que no sé si por casualidad o por alguna patología, en casi todas habla Usted mal del artista a quien critica.(Concierto de Año Nuevo 2011: francamente, peor que la mayoría, Mediocre Tosca en Les Arts,
Bodorrio a la sevillana,
Impresentables en el Auditorio Nacional) Aunque todos tenemos el derecho de manifestar nuestras opiniones (siempre que no se vulneren los derechos de los demás), un arquitecto no puede hacer una operación de apendicitis. Según su curriculum, lo que tiene que ver con la música es: "Melómano empedernido, Discófilo compulsivo. Apasionado de la música de cine" y si quiere, le atribuyo además el mérito de parecerse a B. Hermmann. Teniendo en cuenta que Usted escribe para sus lectores y que en reiteradas ocasiones estos no están de acuerdo con sus opiniones, tal vez debería Usted replantearse algunas cosas: cambiar de actitud o dejar de escribir y dedicarse a su actividad docente. Con todo respeto, un colega

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

En cuanto a que yo hablo mal de todos los que critico, miente usted descaradamente. Simplemente digo lo que me parece mejor y lo que me parece peor, con la misma libertad y respeto que usted puede decir lo que le ha gustado de una película y lo que no, sin necesidad alguna de haber sido director de cine para ello.

Y no, no pienso replantearme nada. Seguiré escribiendo de lo que me dé la real gana, y procurando respetar las formas aunque algunos no las respeten conmigo. ¿Molesto a quienes están acostumbrados a que los críticos coman en su mano a cambio de una palmadita en la espalda y algún que otro privilegio? Pues que se aguanten.

En cuanto a patología, grave es la que padecen usted y otros amigos de este pianista con talento, sin la menor duda, pero de segunda fila y sin apenas proyección internacional, pues parecen proyectar su frustración pataleando a quien se atreve a no reconocer sus "enormes virtudes". Y no, no pienso ceder a las presiones, que he recibido incluso por vía telefónica, para que elimine esta entrada. El señor Martín, o al menos quienes les rodean, no se lo merecen en absoluto por intentar acabar con algo tan absolutamente fundamental que es la respetuosa libertad de expresión. Si siguen insistiendo,que ya están ustedes muy pesados, tendré que darle más eco aún al asunto, porque tengo donde hacerlo. Va siendo hora de que el mundillo se entere de cómo se las gastan los círculos de algunos artistas. Y por descontado que no les volveré a publicar ni una sola respuesta, ni una sola. Si he colocado esta es para que quienes pasan por aquí vean cómo se comportan ustedes.Quedan seriamente advertidos.

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