viernes, 5 de septiembre de 2014

Cambio de aires: vuelta a Jerez

Este es un día importante en mi vida, porque en él se cierra, al menos de manera temporal, el periodo que he pasado en la Sierra de Segura y vuelvo, en principio también de manera temporal, a mi casa de toda la vida. El instituto serrano en el que he ejercido la docencia a lo largo de estos últimos seis años, sufriendo los efectos de los recortes y de la menguante natalidad, se ha visto obligado a prescindir de algunos profesores, de tal modo que ha surgido la oportunidad de que sea yo uno de los desplazados por falta de horario. Concursando en las listas de interinidad –que es como tenemos que pedir nuevo destino los funcionarios en esta circunstancia–, he conseguido recalar en el instituto de mi misma calle, que conozco porque ya ejercí en él hace unos años. Esta misma mañana me he incorporado. Mi plaza sigue estando oficialmente en la sierra segureña y, salvo que participe exitosamente en un concurso de traslados, cabe la posibilidad de que vuelva en un futuro cercano a tierras jiennenses; en cualquier caso, durante el curso 2014/15 voy a estar en mi barrio y en mi casa, con todo lo que eso conlleva. También en el plano musical.


Estos años han sido para mí de conciertos “a la carta” entre Madrid y Valencia: seleccionaba lo más interesante de cada localidad y procuraba escoger los fines de semana en los que coincidían más espectáculos atractivos. Así las cosas, pasaban muchos días sin música en directo para luego, cada vez que cogía el coche, pegarme el atracón. Ahora me veo obligado a volver al sistema de menú: esto es lo que hay, si lo quieres bien y si no te quedas sin comer. Y menú entre Sevilla y Jerez, claro, porque la capital de España queda –por los costes del desplazamiento, muy superiores a los cincuenta euros de gasolina desde la Sierra Segureña– en gran medida descartada. Como pueden ustedes imaginar, poco tienen que ver el Maestranza y el Villamarta actuales con el Teatro Real de los años de Mortier o los de Les Arts de Maazel y Mehta (otra cosa es que en Madrid y Valencia la cosa también esté cayendo en picado). Ya veré como me lo monto: a lo mejor lo más sensato es pasar de ciertas propuestas locales –no sé si estoy preparado mentalmente para volver a ver producciones de Paco López y escuchar al Coro del Villamarta– y ahorrar para tomar el avión en algún puente.

En lo que al formato doméstico se refiere, en mi vivienda de la sierra, grande y cómoda aunque muy fría, tenía una estancia de mediano tamaño con un digno equipo de siete canales correctamente instalado. En Jerez no es fácil adaptar semejante configuración, menos aún cuando necesito una conexión a internet de buena velocidad, con un módem cercano al equipo para ver los conciertos de la Digital Concert Hall de la Filarmónica de Berlín. También he de estudiar como reagrupo mi colección de discos hasta ahora dividida en dos. Por otro lado, resulta bastante probable que disminuya mi dedicación a escuchar música, porque ahora que retorno a mi tierra tengo la oportunidad de avanzar de manera considerable en mis investigaciones sobre gótico y mudéjar en la zona. Además, el médico me ha dicho que dedique tiempo a hacer deporte. Uf.

En cualquier caso, vuelvo a mi casa, a mi familia, a mi gato y a mi tierra. La tierra de los inviernos suaves (¡qué triste ha sido para mí el frío serrano!), de “la calor” tremenda a partir de mayo, de las playas maravillosas, del vino, de la manzanilla, de la Semana Santa, la Feria, los caballos y los señoritos. Vuelta a Jerez.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estamos esperando.AMCSánchez

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias por el interés. Estos días están siendo para mí muy agitados y de momento no tengo la oportunidad de escribir en el blog. En cualquier caso, ahí he dejado un intermedio con Miklós Rózsa.

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