jueves, 13 de octubre de 2016

Años de Peregrinaje por Chamayou: de menos a más

Extraña, irregular pero a la postre muy interesante el registro realizado por Bertrand Chamayou (Toulouse, 1981) de esa obra maestra que son los Années de Pèlerinage de Franz Liszt, con resultados artísticos que claramente van de menos a más. En el Primer año: Suiza, hay que comenzar descubriéndose ante la riqueza y maleabilidad del toque pianístico, capaz de pasar de fortísimos poderosos a texturas delicadísimas, cristalinas y de enorme belleza, como ocurre en Las campanas de Ginebra. El problema está en el concepto, más aéreo y coqueto de la cuenta en Pastoral o en Al lado de una fuente, más preocupada esta última en recrear en lo sonoro el salpicar del agua que en crear sensualidad y atmósfera; estos últimos son ingredientes que se echan bastante de menos en esta interpretación, que llega incluso a resultar frívola en Égloga. Al mismo tiempo, la Tormenta impresiona más por el volumen que por lo encrespado de las tensiones, mientras que en Valle de Oberman, muy flojo, se deja llevar por el nerviosismo.


Las cosas mejoran de manera considerable en el Segundo año: Italia. De nuevo aquí hay una cierta tendencia a dejar a un lado las atmósferas –se necesita mayor pathos en Il Pensieroso– para quedarse en la belleza algo superficial y un punto liviana, pero aun así la poesía se hace presente en los tres Sonetos del Petrarca. Por desgracia, en la tremenda Sonata Dante Chamayou despliega poderío sonoro un tanto de cara a la galería y termina sucumbiendo al nerviosismo. En el suplemento, Venecia y Nápoles, el pianista francés ofrece lo mejor de sí desplegando un riquísimo colorido y demostrando manejar la agógica para recrear a la perfección el balanceo de las góndolas y la tensión creciente de la Tarantella.



Es en el Tercer año, probablemente la música más genial y visionaria del tríptico lisztiano, donde Chamayou obtiene los mejores resultados. Su toque ágil, claro y rico en matices, aunque en absoluto acomplejado a la hora de ofrecer grandes contrastes sonoros, resulta ideal para recrear las irisaciones acuáticas de Villa D’Este. Por otra parte, en estas piezas resulta considerablemente atractivo su fraseo sinuoso, proclive al nervio y a lo felino, aunque de nuevo esto no sea siempre para bien, como ocurre en un Angelus en exceso volcado hacia lo exterior. De hecho, hay que reconocer que en conjunto son recreaciones un punto superficiales, pero están maravillosamente tocadas, muestran enorme atención al detalle y enganchan de principio a fin –Sursum Corda– por su fuerza y comunicatividad

La toma sonora, realizada en  Poitiers entre junio y julio de 2011 por los ingenieros de Naïve, es espléndida. ¿Mis versiones favoritas? Barenboim para Suiza, Kempff para Italia, de nuevo Barenboim –cualquiera de sus grabaciones– para la Dante, Arrau para Villa D’Este y tanto Berman como Lortie –impresionista el primero, más inquietante y exaltado el segundo– para el resto del Tercer año.

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